La semana pasada conversaba con alguien acerca de los SUEÑOS de la vida... Ella me decía que tenía un década luchando por lograr su sueño. A lo que le pregunte: ¿Cómo te sentirás cuando lo logres? es decir, cuando piensas en ese sueño. Ella hizo un largo silencio y se puso a llorar... Acto seguido su respuesta: ¡No lo sé! Me imagino que bien.
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La conversación siguió:
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- YO: ¿El sueño es tuyo o es algo que alguien más quiere para ti?
- ELLA: Bueno, es lo que todos quieren y creen que soy buena y puedo lograrlo.
- YO: ¿Y qué quieres tú?
- ELLA: Mandar a todos a la mier... y ponerme a dar clases a niños de primaria, amo los niños y amo dar clases.
- YO: ¿Cómo te sientes cuando me cuentas eso de estar dando clases a niños?
- ELLA: Motivada, feliz, de solo pensarlo siento una energía que me entusiasma y me llena.
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La conversación siguió otro rato y quería compartirte esta parte. Luego de mi conversación reflexionaba cómo invertimos nuestra valiosa vida en sueños de otros o por encajar en esa forma que otros viven el éxito, felicidad, bienestar.
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Para mi un SUEÑO debe ser motivo de esfuerzo, de errores y fracasos en los pasos pero nunca una pesadilla; si no se disfruta el proceso de llegar a las metas, si cuando piensas en el día que sueñas no hay emociones positivas, eso no es un sueño, es una pesadilla.
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Esta frase me encantó y se las comparto: “Los humanos nos hacemos viejos demasiado pronto y sabios demasiado tarde”.
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Pienso que es importante revisar esas metas y sueños, porque sino son lo suficientemente inspiradoras, entonces es bueno preguntarse: ¿Es un sueño mío o quiero complacer a alguien más? ¿Pensar en el logro me entusiasma? Y por más complejo que esté siendo el proceso, ¿Lo estoy disfrutando? Si hay varios no en tus respuestas, créeme, no es un sueño es una pesadilla y vale la pena que DESPIERTES YA Y SUEÑES DE VERDAD.
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