La semana pasada estuve acompañando a una gran Institución en una iniciativa de Cultura Organizacional y en una de las actividades en la cuales disertábamos sobre la Dignidad Humana, el Profesor Nain Numan nos regaló una metáfora hermosa y hoy se las quiero compartir:
La Mosca y la Abeja
LA MOSCA: la mosca se posa en el excremento. Prefiere lugares sucios, y luego lleva todo eso a lugares limpios. Si se posa en tu comida, no solo la daña, sino además afecta tu estado de ánimo. ¡Es su naturaleza! Se pasea entre los desperdicios y contamina espacios saludables.
Actuamos como Moscas, por ejemplo, cuando nos levantamos y recogemos todo aquello tóxico de las redes sociales. Nos llenamos de quejas, escuchamos las críticas tóxicas de los demás y las repetimos a otros generando estados de ánimos de resentimiento o resignación; dando más energías a las carencias y tocando a otros para generarles un mal momento o un mal día (padres, hijos, pareja, compañeros de trabajo, colaboradores, jefes, vecinos, entre otros).
LA ABEJA: la abeja emigra de su comunidad en búsqueda de aquellas flores de donde extrae lo mejor sin dañarlas. De su disciplinado trabajo el resultado es una saludable y deliciosa miel que servirá a su comunidad y su entorno; si cae miel a tu comida, será una bendición.
Actuamos como Abejas, por ejemplo, cuando escuchamos desde el bien, cuando hacemos eco de lo bueno, cuando resaltamos el talento de los demás y con ese reconocimiento le ayudamos a vencer miedos para que logre mejores resultados. Cuando buscamos fuente de crecimiento propio y compartimos esas experiencias nutritivas para el bien de otros; entonces... ¡Tocamos sus vidas para darles de nuestra miel!
Pude verme en algunos momentos y con algunas personas como Mosca, pero también pude verme en muchos otros como Abeja. Hablarme a misma sobre este tema me hizo reflexionar sobre mis relaciones interpersonales y sobre todo en la Abeja que quiero ser para mí y para otros.